Harto ya de estar harto ya me cansé
de preguntar al mundo por qué y por qué
J.M. Serrat
Pero me sigo preguntando. (Le dicen perseverancia). ¿Cómo hace alguien que no pertence al mundo literario, ni es amigo de alguien que pertenece al mundo literario, para dejar un manuscrito en manos de un editor y recibir respuesta, aunque más no sea: “mire usted, esto es una porquería”? No lo sé. Pero sí sé de mis intentos, que paso a relatar. En el mar de Google busco editoriales. Mail. No respuesta. Mail. No respuesta. Respuesta: no aceptan manuscritos; sí, aceptan manuscritos. Mail. No respuestas. Busco agencias literarias. Mails. No aceptan nuevas propuestas. Busco, oteo el horizonte, espero el viento que me llevará… ¿dónde? No sé. El mar de Google es inmenso, infinito, no tiene Calipsos que ofrezcan regocijos, ni Alcinóos, ni banquetes. No hay Polifemos ni Circes, y los cantos de sirena son esperanza alucinada. Pero sigo, remo, soplo la vela. En tanto, escribo. ¡Ya tengo dos manuscritos! Los hago leer por amigos, un corrector, otro, una escritora de cuentos infantiles, un novelista. “Sí…, pero es difícil.” Apenas era una isla. Vuelta al remo. ¡Una playa! Al menos eso parece. “Puede dejar su manuscrito, le responderemos”. “¿Cuándo?” “Le responderemos.” Dos años pasan. “¿Y?” “¿Qué?” “Dejé un manuscrito.” “Le responderemos.” “¿Cuándo?” “Le acabo de dar una respuesta.” “¿Cuál?” “Le responderemos.” La vela se hincha, el viento… Por fin un teléfono, la voz de un editor. ¿O será una sirena? “Cuando gane un premio me llama.” Remo. ¡Gané un premio! Llamo. No responde. Era una sirena. Veo tierra, parece tierra. Botella al mar. Allí va el manuscrito. Alguien que se dice editor responde. “Es muy reflexivo. No me gustan los textos reflexivos.” Tal la respuesta, tal el argumento: su gusto personal. Me sorprendo. ¿Sería un editor? Es posible. ¡Qué argumento! ¡Por todos los dioses! Atenea también me olvidó. Otro. “Es un buen trabajo pero no encaja en nuestra línea editorial.” Bien, mejor. Pareciera que hallé el rumbo. Otra vez el mar de Google. ¿Dónde estará Ítaca? A seguir escribiendo, y remando, porque la vela está hecha jirones. Es extraño, muchos de los que viven de las palabras no las dignifican. Son solo pretendientes, cortejantes de una Penélope que espera.
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Rema, rema, rema
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Creo que he visto una luz
Al otro lado del río.
J.Drexler
Y es cierto. Una luz. Alguien, un editor responde al mail, lee el manuscrito, lo considera, critica, califica y ofrece su publicación…, pero no su distribución. ¿Para qué tener libros repetidos, iguales, en cajas apiladas en mi cuarto? Ya tengo manuscritos, pero…, ¡otra luz! Una editorial pequeña, española, valora el trabajo, una novela breve… ¡y la acepta! ¡El libro! (¡Y distribuyen!) Penélope, ¿eres tu? ¡Al fin!
Esta novela breve relata el largo día del personaje central: un hombre viejo, cascarrabias, enojado consigo mismo, con las limitaciones que la vejez le impone y el mundo que lo rodea. Por un hecho fortuito ese día rememora el suicidio de su esposa y las circunstancias de aquel momento. Su cotidianidad se altera y la memoria lo arrastra a un pasado que lo atrapa.
El tema central es el amor, manifiesto en una relación que fracasa en una conflictiva y ambigua situación. Diversos sentimientos envuelven al personaje: amor, odio, enojo, violencia, y por sobre todo culpa, y emergen en imágenes y diálogos imaginarios con quien fuera su esposa. Como una marea, los recuerdos lo inundan y reviven afectos que creía acallados.
Disponible en la web de la editorial: http://www.edicionesseshat.com/