¡Un blog! Escribir en un blog. Un libro, vaya y pase. Es un objeto en un estante de biblioteca, librería, mesa de ofertas, o que termina en la trilla de una máquina para ser reciclado. Lo que dicen es el mercado, sin duda, pero al fin de cuentas un objeto palpable. Un blog, en cambio… me suena algo inasible. Pero no lo es. Ahí está. Una línea subrayada que se abre a un territorio infinito. ¿Qué hacen entonces estas palabras en un territorio infinito?
Un libro se lleva en la mano, la mochila o el morral, es un objeto con vida propia que no necesita de enchufe ni batería, en tanto un blog es algo tan inasible como el lugar donde existe. Se abre desde una frase iluminada y genera fantasías, imaginación, y cosas palpables (tanto como el libro, o quizás más).
Se me ocurre que el territorio donde el blog ocurre es el mar, en tanto que el libro está en la playa. Granos de arena en las manos o escribir en el mar. Quizás la diferencia sea que lo escrito en el mar navega hasta hacerse visible, o no, se hunde y desaparece. Algo no muy diferente a cuanto puede suceder con un libro: a fin de cuentas hay que abrirlo y leerlo, o queda oculto, a oscuras, y también desaparece. Pero no es etéreo, está en la biblioteca, la mesa de luz… He ahí una diferencia. Un blog es algo así como palabras al mar, escritos que al toque de una mirada se rehacen.
He abierto esta bitácora que, según el diccionario, es un armario cercano al timón, donde se guardan la brújula y el cuaderno para tomar nota de las incidencias de la navegación.
Artículos y opiniones, comentarios, alguna que otra observación, sensaciones, en fin, aquellas cosas que despiertan mi interés y por lo común se refieren a lo humano, la vida en sí que nos crea y recrea y no deja de maravillarme dejarán huella en este cuaderno, abierto a otras manos y miradas. La brújula apuntará a ese asombro, y también ante lo que no hay pero se siente detrás de un verso, una pincelada o las formas de una escultura dibujada en el espacio. En fin, actos que construyen cuando cabalgan sobre el amor o destruyen cuando anidan en el odio desbocado. Derivas del vivir, una mirada a la espera de los ecos que hallarán cabida en este armario.
Apenas sé de este mar, seguramente la brújula cambiará su norte y el cuaderno dará cuenta de marchas y regresos. La bitácora está abierta y el cuaderno también.